miércoles, 12 de enero de 2011

Naturalezas muertas



I

Los temblores se sumergen uno tras otro
en las letanías de lo rutinario.
El velo apenas deja dilucidar
los destellos del entorno.

Como cáñamo enredado
entre tu cuello y el cielo,
así aprieto entre mis deseos
una lúcida visión momentánea.

Es mi llanto el que reniega de la raza.
Es mi esencia la que duda y se tambalea.
La escalera de Jacob desciende frenéticamente,
en espiral, hacia dentro.

¡Cierra! No deben volver.
Los Ángeles no son buenos.
Te embriagan el alma y te esclavizan al suelo.

Los Ángeles no son buenos.

06/05/2010

II


Inconexas… las ideas…
Espesas, ligeras, humillantes, trastocadas,
Resbalan sin sentido hacia un inmundo océano de arcilla.

Residen en la amargura del que existe,
En la mente enferma del hombre.

Naturaleza muerta.

Da vueltas sobre tu centro
¿Qué miras con tus cuencas vacías?

Ilusos, pretenciosos.
La asfixia se descompone en multitud
de estériles y patéticos intentos de conocimiento.
La inteligencia se derrumba bajo su propia ignorancia

La negación de la naturaleza
Es la única afirmación coherente.
Solo cuando entiendas tu minúscula y caótica vida
Sabrás porqué tu única función es morir.

07/05/2010

Así de fácil



-Bonito sitio para pensar.

-No le había visto. ¿Lleva mucho tiempo observándome?

-Acabo de llegar. ¿Le gusta a Ud. este lugar?

-Sí, me gustan los acantilados.

-¿Le atrae la idea del suicidio?

-No. Me gusta mirar el horizonte. Me disgusta que mi vista tropiece constantemente con cosas que no quiero ver.

-Es inevitable.

-No desde el acantilado.

-¿En que estaba pensando?

-¿En que piensan normalmente los hombres?

-En lo desdichados que son, creo, en como dejar de serlo. En conseguir el éxito y el placer, en ser felices.

-Que simplista es Ud.

-No es culpa mía, mi educación siempre fue reduccionista, mecanicista. Toda mi mente ha sido educada en la simplicidad, la estabilidad y la objetividad.

-Las cosas no son así, en cada uno de nosotros hay dos seres, el primero, el verdadero, es el de sus ilusiones, de sus sueños, que nace en la infancia y prosigue toda la vida; el segundo, el falso, es el de sus apariencias, sus discursos y sus actos.

-¿A dónde quiere ir a parar?

-A ningún sitio, me limito a observar el horizonte.

-¿Entonces Ud. no cree que la meta principal del hombre es la felicidad?

-Creo que el propósito fundamental de nuestra vida es bus¬car la felicidad. Tanto si se tienen creencias religiosas como si no, si se cree en tal o cual religión, todos buscamos algo mejor en la vida. Así pues, creo que el movimiento primordial de nuestra vida nos encamina en pos de la felicidad.

-Entonces ¿está de acuerdo conmigo?

-Relativamente. De hecho, que nos sintamos felices o desdichados en un momento determinado frecuentemente tiene que ver sobre todo con la forma de percibir nues¬tra situación, con lo satisfechos que nos sintamos con lo que tene¬mos actualmente.
La felicidad está determinada más por el estado mental que por los acontecimien¬tos externos.

-Por sus palabras observo que Ud. desdeña el éxito y el placer como elementos de la felicidad.

-La gente confunde felicidad con placer. La felicidad que depende prin¬cipalmente del placer físico es inestable; un día existe y al día siguien¬te puede haber desaparecido.
El éxito en la vida podría definirse como el crecimiento continuo de la felicidad y la realización progresiva de unas metas dignas. El éxito es la capacidad de convertir en realidad los deseos fácilmente. El éxito es una travesía, no un destino.

- Sucede que la abundancia material, en todas sus manifestaciones, es una
de las cosas que nos permite disfrutar más la travesía.

- Tú eres lo que es el profundo deseo que te impulsa. Tal como es tu deseo es tu voluntad. Tal como es tu voluntad son tus actos. Tal como son tus actos es tu destino.

-Bonitas frases.

-No son mías, alguien las dijo antes que yo.

-De todas maneras, tengo una pregunta que arde en mi interior.¿Por qué hay tanta gente desdichada?

-La culpa es del control mental al que la mayoría están sometidos. El pensamiento Freudiano aún está en la educación de muchos. Él formuló sus teorías sobre el placer. Según Freud, la fuerza mo¬tivadora fundamental de todo el aparato psíquico era el deseo de ali¬viar la tensión causada por los impulsos instintivos insatisfechos; en otras palabras, nuestra motivación fundamental es la búsqueda de pla¬cer.

-Perdone, no entiendo.

-Le recordaré sus palabras: «Uno se siente inclinado a pensar que la pretensión de que el hombre sea "feliz" no está incluida en el plan de la “Creación”.

-Y no está de acuerdo.

-Por una vez voy a estar más de acuerdo con lo que dijo Stephen Hawking: Dios no sólo juega a los dados con el universo; sino que a veces los arroja donde no podemos verlos.


-Si, en realidad hay muchas cosas que se nos escapan al entendimiento. Esto me ha recordado la alegoría de la caverna que Platón describía en la “República”.

-Exacto. La conciencia causa el colapso. Es el eterno problema mente-cuerpo.
La función de onda de nuestro cerebro sólo muestra la probabilidad de obtener diferentes resultados, y la función de onda sólo se convierte en una probabilidad cuando es medida.

-¿Lo definiría Ud. como dudas filosóficas?

-No distingo demasiado entre filosofía, religión y ciencia. Los átomos que constituyen el cerebro no permanecen iguales, y en ciertos experimentos innovadores, la identificación de mente y cerebro puede volverse confusa. No hay una forma simple de identificar el verdadero estado del mundo, y en particular, el estado de los observadores es indefinido. La función de onda de mecánica cuántica se amplía describiendo una superposición cada vez mayor de diferentes mundos.

-Si no entiendo mal, entonces la culpa es de la mente humana, del hombre en sí, de los observadores que ignoran los valores de las variables ocultas principales.

-Exacto. Básicamente del colapso de la función de onda, y ya se demostró que dentro de la mecánica cuántica, el punto de colapso es tremendamente arbitrario.

-Escuchando esto podríamos sospechar la intención de que Dios es reducido a un sistema de ecuaciones diferenciales.

-Sigue Ud. con su pensamiento reduccionista.

-Mi educación sigue siendo la misma que hace diez minutos, le ruego me disculpe. Aún así tengo dudas y las expongo. ¿le molesta?

-En absoluto. Me sorprende.

-Volvamos pues a la realidad.¿Que vemos de la realidad?

-Relea Platón.

-Entonces ¿la verdad?. ¿Relativa o absoluta? ¿Cada uno tiene la suya?

-Es subjetiva de grupo.

-Instinto, sentimiento y pensamiento.¿Dónde nos lleva el pensamiento racional?¿Son los seres humanos triada y los animales duales?


-El hombre es un espíritu que posee un alma y vive en un cuerpo. El alma es la expresión de la personalidad. La voluntad, intelecto y emociones del hombre están ahí. Los elementos que nos hacen humanos están en el alma. Intelecto, pensamiento, ideales, amor, emoción, discernimiento, decisión, selección, etc… son experiencias del alma.
El espíritu tiene tres funciones primarias: Conciencia, intuición y comunión.

-Le ruego que me las defina por favor.
-La conciencia es el órgano que discierne y distingue entre lo bueno y lo malo, pero, no a través de la influencia del conocimiento que está en la mente sino por un juicio directo y espontáneo. La intuición es el órgano de sensación del espíritu humano… ese conocimiento que viene a nosotros sin ninguna ayuda de la mente, emoción o voluntad, viene intuitivamente. La comunión es adoración a Dios. Los órganos del alma son incompetentes para adorar a Dios. No se puede entender a Dios a través del pensamiento, sentimientos o intenciones porque Él puede solo ser conocido directamente por nuestros espíritus.
-¿Cree en Dios?
-No. No como Ud. lo entiende. Si como algo implícito al hombre y al universo en su totalidad.
-¿Que tienen los hombres y los animales, entonces, en común?
-Cuerpo y espíritu. Difieren básicamente en el alma, mente o intelecto, llámele Ud. como guste. Y sin ánimo de ser desagradable, no tengo ganas de hablar ni de Dios ni de las características especiales del hombre en estos momentos.
-Perdone, tiene razón, creo que nos hemos desviado del tema original. Volviendo al discurso sobre el placer y recordando algo de filosofía clásica me ha venido a la mente Epicuro. Si no recuerdo mal, en el siglo III a. de c., basó su sistema ético en la afirmación de que «el placer es el principio y el fin de la vida bienaventurada».
-Pero in¬cluso él reconoció la importancia del sentido común y la moderación al admitir que la entrega desaforada a los placeres sensuales podía conducir a veces al dolor.
-¿A que tipo de dolor se refiere? ¿Dolor físico, mental o espiritual?
- La fuente de todo es la divinidad o el espíritu; el proceso de creación es la divinidad en movimiento o la mente; y el objeto de la creación es el universo físico del cual forma parte nuestro cuerpo. Estos tres componentes de la realidad - espíritu, mente y cuerpo, observador, proceso de observación y observado – son básicamente la misma cosa.
De todas formas, me ha vuelto Ud. a cambiar el tema.

-Lo lamento.

-Da igual. De todas formas ya es tarde, el sol ya se oculta en el horizonte. Creo que me retiraré a descansar.

-Por favor, no se vaya aún. ¿Cómo puedo ser feliz?

-Ja, ja, ja! Al final me ha hecho Ud reír.

-Aún así sigo siendo simplista.

-Por supuesto, pero su curiosidad es su arca de Noe. Le repetiré algunas palabras que me dijo un día un monje Tibetano: “Intente cultivar los estados mentales positivos, conducen decididamente a una mejor salud psicológica y a la felicidad. No hay actividad que no se torne más fácil gracias al entrena¬miento constante, a medida que intensificas las prácticas positivas, disminuyen los comportamientos negativos”.

-¿Así de fácil?

-Así de complicado. Sea feliz.






Jordi Martínez Güell
24 de Junio de 2010

Botas de agua y botella de cristal



Siempre existe alguna sensación que, misteriosamente, evoca nuestra infancia. En mi caso particular son los días de lluvia.

Recuerdo nítidamente el cielo gris, formando una cúpula de tristeza melancólica en el cielo. Pequeñas gotitas de agua templada mojaban el camino hacia el colegio y esas colosales peleas de paraguas, convertidos en espadas casuales, llenaban los momentos de ocio entre clase y clase.

Pero sobre todas las cosas, lo que más me gustaba de los días lluviosos eran mis botas de agua. De color azul marino, con un borde rojo en sus extremos, por donde circundaba un cordel, que una vez atado, procuraba un aislamiento total desde la rodilla hasta los pies.

Una pueril felicidad embriagaba mi alma, me sentía poderoso con mis botas puestas, como un super-heroe a veces, otras como un guerrero vengador, pero siempre un sentimiento de superioridad, de fuerza y de ganas de vencer el mal.
Y esa bata de colegial, blanca a rayas azules o viceversa, puesta a modo de capa, me convertía en un ser volador que saltaba salvajemente en todos los charcos que se cruzaban en mi camino, nunca se escapaba ninguno.
Con mis botas de agua era invencible, hasta que un día algo se cruzó en mi camino.

Estaba yo jugando en un jardín cercano a mi casa con mis estupendas botas de agua, todos mis enemigos estaban ya vencidos, la victoria estaba en mis manos, cuando de repente me derribaron. Di con todo mi cuerpo contra el mojado suelo, la humillación me invadió como si un fluorescente relámpago me atravesara el corazón.
Miré nerviosamente a mi alrededor, intentando ponerme a cubierto pero no logré ver a nadie. Me levanté en un salto, limpiando el barro que manchaba mis ropas y entonces vi a mi enemigo, riéndose de mí desde el suelo.

Era una botella de cristal, sucia y vacía, mis ojos hinchados por la ira la observaron con ánimo de venganza, levantando mi pierna derecha la amenacé con pisarla y reventarla pero ella se mantenía impasible, mirándome con su mirada vidriosa… provocándome.

No pude aguantar más, salté sobre ella con la intención de destruirla para siempre, pero algo falló, volví a dar con mis huesos contra el suelo, el dolor físico se mezcló con el daño moral, algo estaba mal, era una situación totalmente nueva. Me senté en el húmedo suelo, a unos dos metros de mi nuevo enemigo, con las piernas cruzadas empecé a darle vueltas al nuevo paradigma, era algo que me superaba y decidí observar y meditar sobre ello.
De pronto me vino a la mente el emperador Constantino “Si no puedes contra ellos úneteles”.

Si, quizás esta era la mejor solución. Decidí, pues, acercarme a ella, lentamente, con cautela, acerqué mi mano, en un intento de acariciarla. Se dejó, creo que hasta le gustaba. La así con fuerza entre mis manos y le regalé una sonrisa. Ella me respondió con un beso cristalino y su cuerpo quedó enlazado en las palmas de mis manos para siempre.
Algo se iluminó en mi interior en ese mismo instante, mis botas me susurraban con dulzura. –“Se acabó el tiempo de luchar, empieza el tiempo de andar”- Instintivamente enfoqué mi rumbo hacia Oriente.

Mis pies se lanzaron al camino, un escalofrío eléctrico me recorrió desde la testa hasta el extremo inferior de mi hueso sacro. Un nuevo mundo se ofrecía palpitante y misterioso.

Me invadió el miedo, un terror ancestral a descubrir lo nuevo, mi primer instinto
fué regresar a casa, quitarme las botas y arrojar la maldita botella bien lejos, fuera de mi vista, pero ya no era posible. Mis botas ya habían elegido y mi botella tenia hambre. Me hablaban, parecía que se hubieran confabulado en contra mía.

Pensé que me estaba volviendo loco, pero paso a paso, metro a metro, empecé a comprender, y aprendí que el universo es mental, todo es mente, y con esa idea alimenté a mi botella. Ella abrió su boca con avidez y me dio las gracias.

Mis botas seguían el camino, atravesamos las montañas del norte, altas como titanes, y vimos los minúsculos insectos y avecillas y otros ínfimos seres que les daban vida y las montañas eran felices con ellos, y ellos con sus montañas, y mi botella abrió de nuevo sus labios y quería alimento, y yo se lo di, y le dije que lo grande necesita lo pequeño y lo pequeño lo grande, y lo que es arriba es abajo y lo de abajo es arriba, y mi botella de cristal vacía se iba llenando y a mis botas le salieron alas.

Atravesamos grandes ríos, y no se podían vadear, pero andamos sobre las aguas y las amamos y vimos que todo vibra, que todo está vivo, y que el amor es la fuerza de la vida y que el amor es la vibración fundamental. Y mi botella volvió a comer.

Y descubrimos ciudades nuevas, edificadas sobre antiguas ruinas de ciudades viejas, y escuchamos los pensamientos de las gentes de ahora, que las habitan, y también de las gentes de antes, que también las habitan, y nos hablaron y nos explicaron que todo fluye y refluye, todo tiene sus periodos de avance y retroceso, todo asciende y desciende; todo se mueve como un péndulo; el ritmo es la compensación. Y mi botella rebasó la mitad de su capacidad.

Llegamos a los anchos mares y vimos su inmensidad, y la tierra entraba dentro de ellos, y llovió y el agua entraba dentro de la tierra y el sol se ocultó y Selene reinó en su lugar y todo era doble, y vimos que todo tiene dos polos, todo su par de opuestos, y el hombre y la mujer se amaban, y se odiaban, y aprendimos que los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado, y que los extremos se tocan y se cierra el circulo. Y mi botella sació su hambre.

Mis botas eran fuertes y devoraban camino, los campos llegaban hasta el horizonte, los campesinos trabajaban en ellos y vimos que recogían, y alimentaban a sus familias con ello, y se amaban. También vimos otros que eran necios y robaban y no querían amar la tierra ni el poder de su trabajo y se hacían cada vez más necios y la tierra se los tragaba. Y vimos que toda causa tiene su efecto; todo efecto su causa. Todo sucede de acuerdo a “la ley”; hay muchos planos de casualidad, pero nada escapa a “la ley”. Y ya mi botella se volvió a saciar.

Y tuve hijos e hijas en el camino, y les regalé a cada uno sus botas de agua y una botella de cristal vacía. Y ellos siguieron su propio camino. Y vi que la generación existe por si sola, y lo inunda todo y es una ley inmutable.

Al fin una inmensa playa, de arena blanca, apareció, sombreada por el amanecer, ante nuestros ojos. Y nos tendimos sobre ella.
Me saqué mis botas y las mostré al sol, ya estaban viejas y rotas por varios sitios. Quise seguir llenando mi botella, pero ya por el borde, emanaba su capacidad.

Y los tres nos echamos a dormir.








Jordi Güell
5 de Junio de 2010